Un 27 de febrero, 30 años atrás se perpetraba un violento ataque contra la población armenia residente en la ciudad de Sumgait, Azerbaiyán, como resultado del cual cientos de personas fueron torturadas, violadas, y asesinadas a manos de bandas paraestatales alentadas por el gobierno, a las que se sumaron ciudadanos azeríes que adhirieron a las hordas asesinas. Los testimonios gráficos revelan la crueldad y el horror de las atrocidades cometidas contra una población desprevenida e indefensa que vivió una de las páginas más negras de su existencia, producto de un plan sistemático de exterminio contra ella. Esos progromos tuvieron su réplica años más tarde en Bakú y Kirovabad y otros poblados de la RSS de Azerbaiyán. Más de 300.000 armenios debieron refugiarse en países vecinos ya que sus propiedades, pertenencias y viviendas fueron consumidas por los incendios de los vándalos. Los hechos de 1988 se produjeron como respuesta al pedido del parlamento de la región autónoma de Naghorno Karabagh de ser anexada a la entonces República Socialista Soviética de Armenia.

El espíritu xenófobo que inspiró esta limpieza étnica continúa conduciendo los destinos de Azerbaiyán, cuyo presidente Ilham Aliyev ha señalado públicamente a los armenios como los “principales enemigos” del país, y promovido la violación sistemática de los principios del Derecho Internacional atacando militarmente a las Repúblicas de Armenia y Nagorno Karabagh..

El plan de exterminio del pueblo armenio emprendido por turcos y azeríes un siglo atrás, con la ejecución del Genocidio Armenio en el territorio del Imperio Otomano y las matanzas de armenios en las principales ciudades del Cáucaso, fracasó. Su continuación en 1988 y la agresión contra civiles armenios con el objetivo de vaciar de su población autóctona a Nagorno Karabagh también fracasó. El pueblo armenio consiguió sobrevivir y enfrentar a sus verdugos con dignidad, exigiéndoles el reconocimiento y la reparación de sus crímenes.

En la actualidad, Turquía y Azerbaiyán intentan doblegar a la República de Armenia mediante el bloqueo económico al que la someten desde 1993, exigiéndole explícitamente que renuncie a sus legítimas aspiraciones de Justicia en torno al Genocidio Armenio, en otra empresa conjunta destinada al fracaso.