
Hechos
El ahora embajador de la República de Turquía, Hüseyin Müftüoğlu, publicó el 29 de marzo de 2021 en el segmento Opinión del diario La Mañana una carta dirigida al editor jefe. En ella, muestra preocupación por una supuesta distorsión histórica en el artículo “Armenia: Madre Oriental de la Civilización Cristiana”, publicado el 27 de febrero de 2021. Este hecho se convierte en su primera acción pública, que se produce incluso antes de presentar sus cartas credenciales, contraria a la tradición política del país que lo acoge.
El embajador, en su discurso negacionista, afirmó que el fundador de la Turquía moderna, Mustafá Kemal “Atatürk”, nunca fue líder del Movimiento de los Jóvenes Turcos -perpetradores del Genocidio Armenio-. Además, argumentó que el principio de secularismo adoptado por la República de Turquía no pretendía coaccionar la libertad religiosa.
Asimismo, el embajador cuestionó la representación del Monte Ararat como parte de Armenia. Por último, sostuvo que estos reclamos no ayudan a los esfuerzos que Turquía estaría realizando para normalizar sus relaciones con Armenia.
Contexto y consideraciones
La relativización del rol de Mustafá Kemal y el intento por ocultar su responsabilidad en el Genocidio Armenio es parte del discurso oficial negacionista que promueve Turquía, con el objetivo de sostener la imagen sacralizada del fundador de la república, a pesar de la abundante evidencia histórica existente.
Durante la primera fase del Genocidio Armenio, ejecutada durante la participación del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, el gobierno del Comité Unión y Progreso -el partido ultranacionalista turco en el gobierno, también denominado Jóvenes Turcos- deportó a los desiertos de Siria y asesinó entre 1915 y 1917 a la enorme mayoría de sus ciudadanos de origen armenio. Durante este período, Mustafá Kemal, oficial del Ejército otomano, era miembro activo del Comité Unión y Progreso, y aunque no tenía responsabilidades de gobierno, compartía plenamente la ideología que justificó el exterminio de los armenios.
Posteriormente, víctimas de las órdenes de Mustafá Kemal, perdieron la vida centenares de miles de armenios y griegos durante la fase final del Genocidio, los genocidas -antiguos camaradas de Kemal- fueron amnistiados y liberados, y se ratificó la confiscación de bienes de los ciudadanos armenios asesinados y deportados por parte del Estado. Además, se institucionalizó la política de negación del Genocidio Armenio como doctrina oficial, para lo que Kemal fundó en 1931 -ya como presidente de la República de Turquía- la Sociedad de Historia Turca. [leer más]
La República fundada por Kemal, lejos de traer aparejada la libertad religiosa, consolidó e institucionalizó la discriminación contra las minorías cristianas sobrevivientes al genocidio: armenios y griegos, que no sólo condujo a una limitación de sus derechos civiles, sino también hacia la violencia amparada desde el Estado.
En 1955, en el marco de los reclamos griegos en la ONU por la autodeterminación de Chipre, el gobierno turco decidió agitar el odio inter étnico contra los ciudadanos turcos de origen griego y armenio que habitaban Estambul. El 6 de setiembre, el gobierno difundió la noticia falsa de que el día anterior había sido bombardeada la casa natal de Mustafá Kemal en Salónica, con el objetivo de agitar a la población turca contra las comunidades griega y armenia de la ciudad.
Durante varias horas una turba trasladada con anterioridad a la ciudad asaltó los templos, cementerios, comercios y las casas de griegos, armenios y judíos, destruyendo todo a su paso, e incendiando los locales luego del saqueo, frente a la total pasividad de las autoridades turcas. Más de 4000 hogares, 1000 comercios, 73 iglesias, dos monasterios, una sinagoga y 26 escuelas fueron dañadas por los atacantes.
La saña de la multitud, y la complicidad del gobierno condujeron al asesinato de una decena de ciudadanos, y desataron una oleada de inmigración de ciudadanos turcos de origen armenio y griego, quienes emprendieron el camino del exilio, reduciendo al mínimo ambas comunidades que llevaban varios siglos en la ciudad.
De los 200.000 griegos que habitaban la ciudad en 1924, quedaban en 2008 apenas 2.500, en tanto que la comunidad armenia de Estambul se redujo de 156.861 personas en 1895 (según el censo oficial) a alrededor de 40.000 en 2008, lo que revela el éxito del proceso de turquificación de la ciudad a lo largo del último siglo.
Por otra parte, el embajador se empeña en aclarar que el Monte Ararat se encuentra en Turquía y no en Armenia, cuando está dicho claramente en la nota original. El énfasis del embajador pretende ocultar que el Monte Ararat constituye un símbolo cultural e histórico para el pueblo armenio, desde antes de que los primeros turcos arribaran a Asia Menor. La ocupación turca del Ararat, que formaba parte de la República de Armenia hasta 1920, se produjo durante la ejecución de la fase final del genocidio, con la embestida kemalista que aniquiló a los escasos sobrevivientes.
En lo que respecta a la normalización de las relaciones entre Turquía y Armenia, si bien es un argumento mantenido por la diplomacia turca desde hace más de una década, no queda claro cómo los “esfuerzos” de Turquía están colaborando con el proceso.
En setiembre de 2020, Turquía y Azerbaiyán emprendieron una guerra de agresión contra las Repúblicas de Armenia y Artsaj, desafiando el llamado del Secretario General de las Naciones Unidas de evitar confrontaciones armadas durante la pandemia del covid-19. Turquía brindó apoyo militar, económico y político, y puso al servicio de Azerbaiyán “drones de combate, armamento y misiles”, en tanto que su fuerza aérea se involucró directamente en acciones de combate.
En 2020, previo a la agresión militar conjunta de Turquía y Azerbaiyán contra Armenia y Artsaj, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan prometió “terminar con la misión que nuestros antepasados han llevado a cabo durante siglos en el Cáucaso” en alusión directa al genocidio armenio. Una vez concluida la agresión, durante el “Desfile de la Victoria” en Bakú que presidió junto al presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, Erdogan bendijo la memoria de Enver Pashá, reivindicando a uno de los integrantes del triunvirato gobernante otomano que planificó, ordenó y ejecutó el Genocidio Armenio en 1915-23.
Previamente, desde 1993 y hasta la actualidad, Turquía bloqueó unilateralmente sus fronteras con Armenia, una acto incompatible con la normalización de relaciones bilaterales. Esta normalización está condicionada por Turquía a una serie de obligaciones que ha impuesto a Armenia, entre las que se encuentran el abandono de los reclamos de reconocimiento del Genocidio Armenio y la resolución del conflicto de Nagorno Karabagh de forma favorable a Azerbaiyán.
Tras incorporar nuevas precondiciones para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, el 23 de agosto de 2022, el canciller de Turquía, Mevlüt Çavuşoğlu, lanzó una nueva amenaza contra Armenia: “O se mueven de acuerdo con nuestras condiciones dictadas o no habrá paz”.
Repercusiones
Si bien el Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay se comprometió ante representantes de la Colectividad Armenia del Uruguay a que no se admitiría ninguna forma de negacionismo del Genocidio Armenio por parte de los representantes diplomáticos de Turquía acreditados ante Uruguay, haciendo hincapié en las cartas a periódicos, no hubo ningún tipo de repercusión oficial ante esta lamentable publicación negacionista.